50 años de experiencia psicoanalítica
Conferencia dada por el psicoanalista Juan Francisco Rodríguez en la Asociación Psicoanalítica de Madrid, el 16 de noviembre, 2013.
J.F. Rodríguez, un respetado y querido psicoanalista de la APM, habló de su experiencia como psicoanalista en los últimos 50 años.
Su trayectoria empezó con un interés doble por las Letras y las Ciencias. En los años 50, a la vez que estudiaba medicina, escribía, fue publicado por revistas especializadas, y buscaba poder reunirse con escritores como Pío Baroja y José Camilo Cela.
Su introducción al psicoanálisis fue a través de un psicoanálisis personal que emprendió con un psicoanalista argentino emigrado a España, Jaime Tomás. Como en aquella época no existía formación psicoanalítica en España, Jaime Tomás le animó a que se fuera a Argentina a formarse y así lo hizo, como harían muchos otros psicoanalistas españoles, yéndose a institutos psicoanalíticos en Suiza, Francia, Inglaterra y Argentina para formarse.
Estuvo formándose en Argentina 12 años y luego volvió a Madrid donde ya se había creado la APM. Desde entonces ha escrito 35 artículos psicoanalíticos, dado muchos seminarios, sido el supervisor y analista de numerosos colegas y llegó a ser Presidente y Director del Instituto de la APM.
Con el paso de los años y la experiencia clínica acumulada ha ido sintiendo cada vez más convicción en su trabajo y menos necesidad de pertrechos teóricos para entender a los pacientes. Hace hincapié en la necesidad de que el psicoanalista se sienta libre para pensar y mantenga un respeto extremo de la autonomía del paciente, tal como hablaba Thomas Szaz, y no intente influirle para que piense o actúe como él.
También señala el peligro del exceso de exigencia ––tanto del lado del paciente como del lado del analista–– que entorpece el trabajo psicoanalítico dado que no permite pensar con la calma y la paciencia necesarias para detectar los procesos inconscientes. Esto tiene que ver con la aceptación de las limitaciones propias, el reconocimiento de que ciertos ideales son inalcanzables, y que uno no puede ser otra cosa de la que uno es.
En una acertada condensación de los objetivos de la tarea psicoanalítica, Rodríguez plantea que el trabajo terapéutico consiste en ayudar al paciente a reunirse consigo mismo: que pueda juntar todas las piezas que habrán sido alejadas de la conciencia y tolerarlos e integrarlos allí.
Continuando con este idea, Rodríguez plantea que hay una similitud entre la salud mental y los procesos democráticos; los dos requieren la tolerancia y la integración de las diferencias, de los aspectos más complicados del sistema (mental o social) para que todos los elementos que compongan el sistema puedan vivir juntos y no haya necesidad de divisiones radicales, exilios violentos ni de abusos de poder.