¿De qué sexualidad habla el psicoanálisis?

¿De qué sexualidad habla el psicoanálisis?

La sexualidad en el sentido psicoanalítico se refiere al placer en el sentido amplio, a sus fuentes y a cómo los sujetos humanos buscan obtenerlo. La sexualidad genital adulta es sólo una expresión de algo mucho más complejo.

Sexualidad Infantil

Uno de los más importantes descubrimientos de Freud fue el papel que juega la sexualidad durante la infancia, cómo se manifiesta en diferentes partes del cuerpo y cómo actúa sobre las relaciones con las figuras de cuidados principales.

Al principio de la vida el cuerpo de un bebé tiene zonas que le dan un placer-sensualidad específico y aprende que determinadas acciones conllevan la obtención de ciertos placeres-sensualidades. De este modo, la boca, la piel, el ano y los genitales ––lo que el psicoanálisis llama zonas erógenas–– le aportan placeres concretos ligados a comer, ser tocado, defecar, frotarse los genitales y ser atendido corporalmente por las figuras principales de cuidados. La forma en la que estos placeres serán suficientemente satisfechos o frustrados tendrá consecuencias (favorables o desfavorables) en el desarrollo de las posteriores búsquedas de placer y evitación del displacer en el adulto.

Relación con los Padres

Al principio la fuente principal de todos estos placeres-sensualidades suele ser la madre o alguien que actué como una madre. Sin embargo, más adelante los niños de los dos sexos tienden a orientarse más (buscan más satisfacción con) al padre del sexo opuesto y tienden a rechazar el padre de su mismo sexo, intentando, a su manera, ser la pareja de Mamá o de Papá. Tarde o temprano verán que esto no puede ser y que tendrán que buscarse su propia pareja. Los niños de los dos sexos también hacen lo contrario, buscar la atención exclusiva del padre del mismo sexo intentando identificarse con él/ella a través de esa relación tierna-placentera. Estos deseos de amor exclusivo son indisociables, claro está, de la rivalidad con los dos padres y con los hermanos. De la misma manera que con los primeros placeres, la manera en la que la niña/el niño atraviesan estas fases de su desarrollo afectará cómo se relaciona más adelante en sus amistades, en el amor y en el trabajo.

Sexualidad Adulta

Estos placeres difusos y las zonas a las que están ligadas, entremezclados con la ternura de la relación con las figuras principales de cuidados, son llamados sexuales por el psicoanálisis porque más tarde, con la llegada de la pubertad, cobran un significado más claramente sexual y forman parte de la actividad sexual corriente de los adultos –– actividad que provee el mayor placer de todos.

La vida sexual concreta de un adulto no suele ser aquello sobre lo que más trabajan los psicoanalistas en un tratamiento con un paciente a no ser que sea el síntoma por el que consulta el paciente o que la forma específica de expresión de la sexualidad de esa persona dificulte otras áreas de su vida. 

Sexualidad Psicoanalítica

En un tratamiento psicoanalítico las formas con las que un individuo ha vivido las satisfacciones y frustraciones de su sexualidad infantil aparecerán en sus formas de sentir, de pensar y de actuar. 

Cada una de las zonas erógenas conllevan asociadas determinadas maneras de relacionarse consigo mismo y con los demás que tienen que ver específicamente con el placer y el displacer asociado a esa zona. En un desarrollo saludable ninguna de esas zonas habrán sido tan placenteras o tan displacenteras que el individuo se habrá quedado pegado a esa forma de conseguir placer porque fue la máxima que conoció o porque nunca tuvo suficiente. Sin embargo, si ha habido dificultades en el desarrollo es posible que el individuo no pueda moverse libremente entre las muchas maneras de conseguir satisfacción que existen, y se encuentre atascado en un sistema empobrecido. 

Lo mismo sucede con la relación de amor-hostilidad-identificación con los padres. Si no se ha podido amar, rechazar, renunciar, lograr-parecerse-a los padres suficientemente quedarán fuertes deseos retenidos a ese nivel del desarrollo que gravarán sus relaciones laborales, amistosas y amorosas.

En el tratamiento psicoanalítico, el analista y el paciente trabajarán juntos para intentar liberar al individuo de esas limitaciones, a través de su comprensión profunda, para que pueda disfrutar de una sexualidad (en el sentido psicoanalítico y también en el sentido habitual) más amplia, rica y variada.