¿Cómo cura el psicoanálisis? Un aporte de las neurociencias

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(0) 20/04/2014 12:37h
¿Cómo cura el psicoanálisis?

Existen numerosos factores terapéuticos generales, comunes a todas las escuelas de psicoterapia, que son muy conocidos: la empatía del psicoterapeuta, su deseo auténtico de ayudar al paciente, que el paciente se sienta aceptado tal como es, que sea escuchado atentamente, la regularidad del contacto con otra persona, etc.
 
Existen muchos otros, específicos al psicoanálisis, algunos familiares desde hace mucho tiempo, otros insuficientemente esclarecidos que estudiamos para comprender mejor. Ahora nos estamos acercado a una mejor comprensión de uno de esos factores terapéuticos.
 
A veces los aportes de otra disciplina, como las neurociencias, por ejemplo, nos permiten encontrar un paralelismo cerebral a una teoría psicoanalítica de la acción terapéutica que ha sido observado clínicamente múltiples veces, ha sido elaborada en profundidad, pero cuyos sustratos cerebrales seguían siendo misteriosos. Este es el caso de lo que sucede durante la reconsolidación de la memoria, específicamente de los recuerdos traumáticos inconscientes. La primera intuición sobre la reconsolidación de la memoria fue de Freud en 1896 en una carta a Fleiss. La investigación neurocientífica sobre ello empezó en los años 60 y fue desarrollada por Nader et al en el 2000. Recientemente, Alberini (2013) ha publicado un libro sobre el tema.
 
Las tesis psicoanalíticas
 
Empecemos, entonces, por las tesis psicoanalíticas. Sabemos que todos tenemos la tendencia a repetir, en el presente, modelos de comportamiento y vivencias que hemos aprendido inconscientemente en el seno de las relaciones importantes de la infancia, y que han dejado huellas inconscientes en nuestra memoria implícita. Esto se manifiesta a lo largo de la vida en nuestra manera de entrar en relación con los otros, tanto positivamente como negativamente. Ahora bien, existe une diferencia esencial entre la forma de repetición inconsciente de modelos de comportamiento positivo y negativo.

Los modelos de relación positivos inconscientes tienden, en general, a reproducirse de manera flexible; es decir, si la persona con la que establecemos una relación no corresponde a nuestros modelos de relación inconscientemente aprendidos, podremos percibirlo, adaptarnos y modificar nuestra manera de actuar con esa persona.

Sin embargo, las huellas inconscientes que dejan modelos de relación negativos en la infancia tienden a manifestarse en comportamientos rígidos: cuanto más provenga de una experiencia traumática, más la huella se revelará de manera rígida, y más difícil será percibir la realidad de la persona que tenemos delante y adaptarnos a ella. Tendremos la tendencia a repetir, sin darnos cuenta, la mala experiencia relacional o la vivencia traumática. En lugar de ser pasado, el pasado continuará a existir en el presente, lo invadirá e impedirá que se puedan vivir nuevas experiencias, potencialmente buenas. Esta repetición perjudicial es a menudo un motivo de consulta de los pacientes.

A lo largo de un psicoanálisis, estos modelos inconscientes de relación, o las vivencias traumáticas, aparecerán de forma espontánea en la manera con la que el paciente se relaciona con el psicoanalista. Gracias al encuadre psicoanalítico, y a la neutralidad del psicoanalista, estos modelos podrán observarse de manera mucho más exacta que en otro contexto, y esto permitirá al psicoanalista y al paciente de descubrir cómo algo inconsciente del pasado se está repitiendo aquí y ahora entre ellos (y en la vida cotidiana del paciente, sin duda) y de este modo volver consciente la huella inconsciente dentro de un contexto emocionalmente significativo. Esto no cambia el pasado por supuesto, pero permite adueñarse de aspectos desconocidos de uno mismo, trabajar sobre la huella para asociarla a otras vivencias y así reducir su poder nocivo. Y, sobre todo, esto permite salir de la repetición nefasta. El pasado podrá convertirse en pasado y el presente será vivido más libremente.

Los descubrimientos de la neurología
 
¿Qué sucede, entonces, a nivel neurológico? Hasta hace relativamente poco el paradigma central de la neurología era que una vez que el cerebro se ha desarrollado su estructura no cambia. Sin embargo, nuevas herramientas de investigación, principalmente la imagenería por resonancia magnética, has demostrado que esto no es así, la estructura del cerebro cambia a lo largo de la vida en función de las experiencias vividas por la persona: las neuronas migran, forman nuevas conexiones, deshacen otras, ciertos haces de neuronas se vuelven más densas, otras disminuyen. A esto lo llamamos plasticidad cerebral; en lugar de ser una estructura fija, el cerebro se adapta como un músculo. Las experiencias literalmente forman el cerebro.

Al nivel de la memoria lo que ha sido descubierto por la neurociencia es que cada vez que una huella mnémica es reactivada de manera emocionalmente significativa se fragiliza y se hace inestable. Es decir, se vuelve susceptible de ser modificada por la experiencia actual en el seno de la cual está siendo reactivada. Esta modificación será aún más eficaz si la experiencia actual no corresponde con la experiencia de la huella porque así la huella será asociada a algo nuevo. Esto sucede mientras le memoria se reconsolida. 

De este modo, es posible transformar la huella, no borrándola, sino asociándola a otras vivencias. Este descubrimiento nos ha permitido entender que la memoria está en constante evolución y con ella, el sujeto.

Un ejemplo
 
Ilustremos, entonces, el vínculo entre la neurología y el psicoanálisis con un ejemplo clínico concreto. Una persona que tiene miedo de la dependencia de los demás tendrá, muy probablemente, huellas inconscientes de malas experiencias relacionadas con ese tema; en un momento de su vida donde era necesario que pudiera depender intensa y seguramente de otra persona (lo cual nos sucede a todos en la infancia) habrá sentido que no podía contar con la otra persona para ocuparse de ella. Esto habrá dejado una huella inconsciente que liga dependencia a un peligro y esa persona hará todo lo posible para evitar ser dependiente de los demás a la vez que tendrá una gran necesidad insatisfecha de poder depender de alguien. Esta necesidad y ese miedo se repetirán, sin que la persona se dé cuenta, en todas sus relaciones y muy probablemente en un psicoanálisis si decide tratarse. Esto permitirá al psicoanalista de señalarle como algo inconsciente se está manifestando aquí y ahora y podrán ligarlo a las experiencias del pasado. Pero, sobre todo, esto permitirá al paciente de vivir su intensa necesidad y miedo de la dependencia dentro de una relación fiable donde el pasado no se repite; es decir, asociará la huella traumática a una nueva experiencia no-traumática y de este modo reducirá la fuerza nociva de la huella original y disminuirá su tendencia a la repetición. En una palabra, le permitirá liberarse de un pasado traumático.

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